Hoy en día, navegar por Internet con la esperanza de no ofender a alguien es como transitar por un campo minado. La corrección política, desde hace algunos años, ha estado en boga, al punto de que, para muchos usuarios, el lenguaje tiene que ser controlado, moderado y hasta modificado con el fin de equipararse con la forma adecuada de expresarse, de acuerdo con estándares, a veces, excesivos. Este exceso de corrección política puede ser un problema para personas que se dedican a la creación de contenido y, sobre todo, a los CMs y otros agentes dentro del marketing digital. Sin embargo, hay cierta justificación detrás de esto; si bien la corrección política ha llegado a niveles inusitados, ha habido errores desafortunados por parte de marcas y empresas que dan pie a que siga existiendo esta lucha sin cuartel.
Si bien existen casos en los que hay mensajes, claramente, misóginos, antisemitas, homofóbicos o hasta xenófobos, no se tiene que asumir de antemano que todo lo que se diga será así a menos de que se mantenga un ojo siempre vigilante. Hoy en día, hay que tomar en cuenta que existen temas, palabras y conceptos que se consideran triggers, detonadores, que izan las banderas de la corrección política. No sólo se trata ya de cuidar no sonar sexista u homofóbico, sino siempre estar al tanto de los siempre cambiantes conceptos de las preferencias e identidades sexuales. Hablar de un hombre o de una mujer sólo por cómo luce o por su genética, puede llegar a ser imprudente, ya que se está haciendo una exclusión a las personas transexuales. Hablar de preferencia sexual en lugar de identidad sexual puede ser un trigger, ya que no es algo que se prefiere, sino es algo con lo que una persona nace y con una sexualidad con la que se ve identificado.
Claro que este tipo de situaciones pueden llevar a un proceso inconsciente de autocensura. Por no quedar mal con todos, los propios generadores de contenido van a tener que recortar sus ideas y acotarlas al contenido considerado como “válido” por las generaciones. Estoy es especialmente importante porque la corrección política es uno aspecto fundamental para un demográfico importante en el marketing digital, los millennials. Gracias a su natividad en Internet y a su poder adquisitivo, un boicot por parte de este grupo puede resultar verdaderamente dañino. Tal fue el caso de Barilla y su campaña sobre una “familia tradicional”, la cual recibió gran repudio no sólo por la comunidad LGBTTTIQ, sino por los millennials y demás personas en Internet con ideas similares de corrección política.
¿Entonces, qué hacer? Adecuarse al gusto del cliente sin sacrificar la identidad de la marca. Si bien no se trata de provocar sólo por tener ganas de hacerlo, tampoco hay que dejarse subyugar por el exceso de corrección política que, según expertos, llega a hacer más daño del que beneficia, pues trivializa algo de importancia real al ser tratado como una causa social más en Internet que es seguida, muchas veces, sólo por moda o por quedar bien. Hay que tener cuidado con la corrección política y siempre estar al tanto de los triggers, del mismo modo que es perenne conocer a nuestra audiencia y saber qué es lo que a ésta la puede resultar ofensivo.