La segunda ola de realidad virtual tomó al mundo casi desprevenido. Mucha era la incertidumbre por el proyecto relativamente desconocido de Oculus, el Oculus Rift, por lo que encontrarnos con cada vez más accesorios de este tipo era impensable a principios de la década. Ahora, este tipo de plataformas, así como otras formas de entretenimiento en video, como YouTube o hasta Facebook, nos dan la oportunidad de experimentar el material audiovisual de manera distinta: los videos 360. ¿Pero qué implica esto? Se trata de un medio completamente inmersivo en el que el espectador deja de serlo y se convierte en parte del medio.
No muchos saben esto, pero, hubo un tiempo, cuando el cine se daba el lujo de experimentar debido a su relativa novedad, que se llevaron a cabo funciones de cine con olorrivisión. Así como se lee, la audiencia en una sala era invadida por olores que acompañaran las imágenes y el audio de una película, con el fin de crear una experiencia más completa. Como era de esperarse, el experimento fracasó, debido a las limitaciones de la tecnología en la época, pero eso no quito de la mente de las personas que el cine era un medio libre para poder experimentar. Recientemente, hemos vivido experiencias como los simuladores o los cines denominados 4D, en donde el movimiento, el viento y hasta el agua se mezclan para entrar una experiencia más inmerisva, pero eso no deja de ser una pantalla frente a nosotros y bocinas a los costados.
Los videos 360 presentan una nueva vertiente dentro de estas formas de experimentación fílmica. Al tener una visión completa del ambiente, no somos limitados al plano que el director de fotografía diseño ni a la forma narrativa que el editor implementó, muchos menos a las visiones estéticas pensadas por el director. Los videos 360 otorgan una sensación de estar presente y de realidad que no se podría obtener de otra forma, y quizás ese sea el problema. El cine siempre se ha distinguido por ser un medio ampliamente estético; además de ser una poderosa herramienta para contar historias y transmitir emociones, de la mano de los actores y de todo el equipo de producción, y la visión del director, el guionista, fotógrafo y editor. El cine, como tal, siempre ha mantenido un velo entre el espectador y la narrativa, lo que lo hace una experiencia narrativa, pero el despojar al cine de ese velo y dotarlo de libertad para el que no está diseñado puede resultar problemático y sobrecogedor.
Pensemos en el famoso video que ha estado circulando en redes, de la mano de Google, en el que un monstruo ataca el subterráneo de Nueva York. Este es uno de los múltiples videos 360 que se avecinan y ha sido motivo de mucha discusión sobre la calidad y la experiencia como tal. Los videos 360 permiten al espectador mirar en cualquier dirección, por lo que puede llegar a perderse de lo que el director quería originalmente que notara, por explorar el entorno. El video, si bien inmersivvo y muy bien realizado, es testimonio fiel de que, quizás, sólo un tipo de historias sean pertinente en un medio tan voraz. Los videos 360 tendrán muchas limitantes al momento de querer historias sin acción, que se enfoquen más en expresiones, sentimientos o conceptos más abstractos, por lo que si creen que pueda llegar a revolucionar el mundo del cine, piensen de nuevo en la olorivisión.