La semana pasada, les hablamos sobre el marketing digital político y sobre cómo éste tiene más injerencia en el resultado de las elecciones de lo que uno cree.
En esta ocasión, tenemos un tema sobre la misma veta, pero con un enfoque distinto.
Si bien existe el marketing político como un concepto general, también existe el marketing electoral, en un sentido más específico.
El marketing electoral se desprende del marketing político y se define, de acuerdo con el publicitario Mario Herreros Arconada, como:
El planteamiento, realización y difusión de unos determinados mensajes, con ocasión de la puesta en marcha de procesos electorales, para designar el gobierno de una determinada comunidad política; se trata, por tanto, de una variante específica del marketing político.
Queda claro, entonces que hay razones de peso para voltear a ver el marketing electoral y usarlo a nuestro favor.
Lo cierto es que el volcar esfuerzos hacia el diseño de una campaña de marketing parecería absurdo, pero los resultados hablan por sí mismos.
El marketing electoral tiene como función modificar la elección del electorado hacia la propuesta que se busca; es decir, tiene el poder de cambiar la balanza en un proceso electoral de manera significativa.
Existen tres formas de lograr esto: enfocándose en el producto, enfocándose en la venta y enfocándose al mercado.
El producto, en este caso, es la plataforma electoral, el mensaje o propuesta que se quieren dar a conocer y sobre la cual votar; el partido, ideología o político que representa.
El enfoque en el producto, entonces, intenta resaltar las características y ventajas, para información y agrado del electorado.
Por su parte, el marketing electoral enfocado a la venta suele ser más asertivo, pero lleno de promesas falsas y vacías.
En este sentido, el enfoque en la venta se vale de cualquier recurso, de manipulación y engaño con tal de ganar la elección.
Es el equivalente a un merolico vendiendo un producto milagroso en una feria.
Por último, el enfoque en el mercado del marketing electoral versa sobre la satisfacción de los electores, basados en sus opiniones, gustos e ideologías que esposan.
Esto no sólo está aplicado al momento de hacer una elección, sino como parámetro de medición de popularidad una vez instaurado el gobierno electo.
Estos recursos analíticos son empleados para conocer el éxito de las políticas expuestas, así como para modificar el curso de acción siempre que éste diste de lo que se busca impulsar.
El marketing electoral permite, entonces, no sólo conocer al electorado y su respuesta a la exposición de políticas o plataformas, sino que ayuda a la difusión de un mensaje.
Además, a ganar la simpatía y el apoyo del grupo al que va dirigido y, así, obtener una ventaja competitiva en un proceso electoral.
Cabe señalar que el marketing electoral puede ser aplicado en todo proceso de toma de decisiones y no sólo en el ámbito político.
Es decir, puede valerse de este recurso una persona que quiera hacer pasar una propuesta u obtener una mayoría en el ámbito escolar, sindical o laboral.
Esta herramienta, entonces, posiciona a la persona tras su maquinación como un adversario sólido, con pleno conocimiento de su audiencia y con posibilidades reales de obtener la victoria.
Conoce más sobre el Marketing Electoral, a través de este vídeo que te habla de cómo ganar unas elecciones utilizando esta estrategia:
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